De hecho, el curso de diez días abarca un período mínimo; proporciona una introducción esencial a la técnica así como los fundamentos de la misma. Desarrollarse en la práctica es un trabajo de toda la vida. La experiencia a lo largo de generaciones ha demostrado que si la Vipassana se enseña en períodos menores a diez días, el estudiante no logra obtener suficiente comprensión a nivel de la experiencia propia de esta técnica. Tradicionalmente, la Vipassana se enseñaba en retiros de siete semanas de duración. Con la entrada del siglo XX, los profesores de esta tradición empezaron a experimentar con períodos más cortos para adecuarse al ritmo de vida más acelerado. Intentaron treinta días, dos semanas, diez días, hasta reducirlo a siete días, y constataron que un período más corto que diez días no resulta suficiente para que la mente entre en calma y trabaje en profundidad con el fenómeno mente-cuerpo.
El día se inicia a las 4:00 a.m. al sonar la campana y continúa hasta las 9:00 p.m. Hay unas diez horas de meditación a lo largo del día, intercaladas con breves recesos y períodos de descanso regulares. Cada noche a las 7:00 p.m. hay una charla en vídeo del Profesor S.N. Goenka, la cual proporciona un contexto para que los meditadores comprendan lo que han experimentado durante el día. Este horario ha demostrado ser adecuado y beneficioso para cientos de miles de personas durante décadas.
Las enseñanzas se ofrecen mediante grabaciones de S.N. Goenka, las cuales son en inglés o en hindi, junto con la traducción al idioma local. Existen grabaciones de traducciones a la mayoría de los principales idiomas del mundo, incluyendo el inglés. Si los profesores que conducen el curso no hablan con fluidez el idioma del lugar, habrá intérpretes para asistirlos. El idioma no suele ser una barrera para quien quiere participar en un curso.
Cada estudiante que participa en un curso de Vipassana recibe este regalo de parte de otro estudiante que ha completado un curso. No se cobra por las enseñanzas, por el alojamiento ni por la comida. Todos los cursos de Vipassana en el mundo entero se llevan a cabo estrictamente en base a donaciones voluntarias. Al final del curso, si la experiencia ha sido beneficiosa para ti, puedes hacer una donación para el siguiente curso, de acuerdo con tu volición y tus posibilidades.
Los profesores no reciben ningún pago, donación u otro beneficio material. Se les pide que tengan su propia fuente de ingresos. Esta norma significa que algunos de ellos quizá tengan menos tiempo para enseñar, pero así se protege al estudiante de cualquier forma de explotación y se evita la comercialización. En esta tradición, los profesores dan la Vipassana puramente como un servicio a los demás. Todo lo que reciben es la satisfacción de ver la felicidad de las personas al final de los diez días.
Por supuesto. Se proporcionan sillas a aquellas personas que no puedan sentarse cómodamente en el suelo por motivos de edad o por problemas físicos.
Si tu médico te ha recetado una dieta especial, nos lo puedes hacer saber y se pondrá a consideración si podemos ofrecerte lo que requieres. Si la dieta es demasiado especializada o si podría interferir con la meditación, quizás te pediremos que esperes hasta que te sea posible ser más flexible. Lo sentimos, pero los estudiantes deben elegir de entre los alimentos que les ofrecemos en lugar de traer su propia comida. La mayoría de la gente encuentra que la elección es amplia y disfruta de la sencilla dieta vegetariana.
Por supuesto que las mujeres embarazadas pueden asistir, y muchas mujeres vienen especialmente durante el embarazo para aprovechar la oportunidad de trabajar de manera profunda y en silencio durante esta etapa tan especial. Les pedimos a las mujeres embarazadas que estén seguras de la estabilidad de su embarazo antes de enviar su solicitud. Les ofrecemos la comida adicional que requieren y les pedimos que trabajen de manera relajada.
Todos los estudiantes que asisten a un curso observan el "noble silencio", es decir, silencio físico, verbal y mental. Aceptan abstenerse de toda comunicación con los demás meditadores. Sin embargo, los estudiantes tienen libertad de comunicarse con los coordinadores del curso en relación a sus necesidades materiales y también de hablar con el profesor. El silencio se observa durante la totalidad de los primeros nueve días. El décimo día se reanuda la comunicación verbal a modo de restablecerse en la vida diaria habitual. Durante el curso, el secreto del éxito radica en la continuidad de la práctica y el silencio es un componente esencial para mantener esta continuidad.
Para una persona con una salud física y mental razonable, genuinamente interesada y dispuesta a realizar un sincero esfuerzo, la meditación (incluido el “noble silencio”) no es difícil. Si eres capaz de seguir con paciencia y diligencia las instrucciones, puedes tener la seguridad que obtendrás resultados tangibles. Aunque el horario del día pueda parecer un gran reto, no es ni demasiado severo ni demasiado relajado. Además, la presencia de otros estudiantes que practican concienzudamente en una atmósfera apacible y adecuada, resulta un apoyo enorme para los propios esfuerzos.
Claro que una persona que esté demasiado débil físicamente para seguir el horario no podrá beneficiarse de un curso. Lo mismo es cierto de alguien que sufre problemas psiquiátricos, o que está pasando por algún trastorno emocional. A través de un proceso de preguntas y respuestas, podremos ayudarte a decidir de antemano y con claridad si te encuentras en condiciones de beneficiarte plenamente de un curso. En algunos casos, se les pide a los solicitantes autorización por parte de su médico antes de poder ser aceptados.
Muchas enfermedades son causadas por nuestra agitación interna. Si se elimina la agitación puede que la enfermedad se alivie o desaparezca. Pero aprender la Vipassana con el propósito de curar una enfermedad es un error que nunca funciona. Las personas que lo intentan malgastan su tiempo por centrarse en el objetivo equivocado. Pueden incluso ahcerse daño a si mismos. No podrán comprender apropiadamente la meditación ni lograrán deshacerse de la enfermedad.
Como se ha mencionado anteriormente, el propósito de la Vipassana no es curar enfermedades. Alguien que realmente practica la Vipassana aprende a ser feliz y equilibrado en todas las circunstancias. Pero una persona con un historial de graves depresiones puede no ser capaz de aplicar correctamente la técnica y no obtener los resultados deseados. Lo mejor para esta persona es acudir a un profesional de la salud. Los profesores de la Vipassana son expertos en meditación, no psicoterapeutas.
No. La Vipassana te enseña a ser consciente y ecuánime, es decir, equilibrado, a pesar de todos los altibajos de la vida. Pero si alguien viene a un curso ocultando graves problemas emocionales, esa persona puede que no sea capaz de comprender la técnica o de aplicarla correctamente para alcanzar los resultados deseados. De ahí que es importante que nos permitas conocer tu historial, para que podamos evaluar si te puedes beneficiar de un curso.
Personas de varias religiones y que no practican ninguna han encontrado que el curso de meditación les ha ayudado y beneficiado. La Vipassana es un arte de vivir, una forma de vida. Aun cuando es la esencia de lo que enseñó el Buda, no es una religión; se trata, más bien, del cultivo de los valores humanos que conducen a una vida que es buena para uno mismo y buena para los demás.
La Vipassana se enseña paso a paso, agregándose uno nuevo cada día hasta llegar al final del curso. Si te retiras antes de que finalice, no aprendes la enseñanza completa y no das oportunidad a que la técnica funcione para ti. Además, al meditar con intensidad, el participante inicia un proceso que se completa con la finalización del curso. Interrumpir el proceso antes de completarlo no es recomendable.
Abandonar el curso prematuramente es defraudarte a ti mismo. No te das la oportunidad de aprender la técnica en su totalidad y por tanto no serás capaz de aplicarla con éxito en tu vida diaria. También interrumpes el proceso a medio camino en lugar de permitir que llegue a su conclusión adecuada. Por volver a casa uno o dos días antes, pierdes todo el tiempo invertido.
El día diez es una transición muy importante para volver a la vida diaria. No se le permite a nadie irse ese día.