Vipassana, que significa ver las cosas tal como realmente son, es una de las técnicas más antiguas de meditación de la India. Fue redescubierta por Gotama el Buda hace más de 2.500 años y fue enseñada por él como un remedio universal para males universales, es decir, como un arte: El arte de vivir. Esta técnica no sectaria tiene como objetivo la total erradicación de las impurezas mentales y la resultante felicidad suprema de la completa liberación.
Vipassana es un sendero de auto-transformación mediante la auto-observación. Se concentra en la profunda interconexión entre mente y cuerpo, la cual puede ser experimentada de manera directa, por medio de la atención disciplinada dirigida a las sensaciones físicas que forman la vida del cuerpo, y que continuamente se interconectan con la vida de la mente y la condicionan. Es este viaje de autoexploración a las raíces comunes de cuerpo y mente, basado en la observación, lo que disuelve la impureza mental, produciendo una mente equilibrada, llena de amor y compasión.
Las leyes científicas que operan en nuestras sensaciones, sentimientos, pensamientos y juicios llegan a hacerse evidentes. Mediante la experiencia directa, se comprende la naturaleza de cómo uno crece o decrece, de cómo uno produce sufrimiento o se libera de él. La vida se va caracterizando por una intensificación de la conciencia, por la ausencia de engaño, por el auto-control y la paz.
Desde los tiempos de Buda, la Vipassana ha sido trasmitida hasta el presente, por una cadena ininterrumpida de maestros. Aunque es de ascendencia Hindú, el Maestro actual en esta cadena, el señor S. N. Goenka, nació y creció en Birmania (Myanmar). Durante su residencia allí, tuvo la buena fortuna de aprender Vipassana de su Maestro, Sayagyi U Ba Khin, quien era en aquel tiempo un alto funcionario de gobierno. Luego de recibir entrenamiento de su maestro durante catorce años, el Sr. Goenka se estableció en la India, y comenzó a enseñar Vipassana en 1969. Desde entonces, ha enseñado a decenas de miles de personas de todas las razas y religiones, tanto en Oriente como en Occidente. En 1982 comenzó a designar profesores asistentes, para que le ayudasen a atender la creciente demanda de los cursos de Vipassana.
La técnica se enseña en cursos de retiro de diez días durante los cuales los participantes se adhieren al Código de Disciplina prescrito, aprenden los fundamentos del método, y practican lo suficiente para experimentar sus resultados beneficiosos.
El curso requiere trabajo duro y serio. El entrenamiento tiene tres pasos. El primer paso es abstenerse, durante el periodo del curso, de matar, robar, tener actividad sexual, mentir y usar intoxicantes. Este sencillo código de conducta moral sirve para calmar la mente, que de otro modo estaría demasiado agitada para realizar la tarea de auto-observación. El siguiente paso es desarrollar algún dominio sobre la mente, aprendiendo a mantener la atención enfocada en la realidad natural del siempre cambiante flujo de la respiración, tal como entra y sale de las fosas nasales. En el cuarto día, la mente está más calmada y concentrada, más capaz de emprender la práctica de la propia Vipassana: observar las sensaciones en todo el cuerpo, comprendiendo su naturaleza y desarrollando la ecuanimidad, al aprender a no reaccionar ante ellas. Finalmente, en el último día completo del curso, los participantes aprenden la meditación de amor benevolente o buena voluntad hacia todos, en la cual, la pureza desarrollada durante el curso es compartida con todos los seres.
La práctica entera es en realidad un entrenamiento mental. De la misma manera que empleamos los ejercicios físicos para mejorar la salud del cuerpo, la Vipassana puede ser utilizada para desarrollar una mente saludable.
Puesto que se ha constatado que resulta verdaderamente provechosa, se pone gran énfasis en preservar la técnica en su forma auténtica, original. No se enseña de manera comercial, sino que se ofrece gratuitamente. Ninguna persona involucrada en su enseñanza recibe remuneración material alguna. No se cobra por los cursos, ni siquiera para cubrir los gastos de comida y alojamiento. Todos los gastos son sufragados por donaciones de personas que, habiendo completado un curso, han experimentado los beneficios de la Vipassana y desean también dar a otros la oportunidad de beneficiarse de ella.
Por supuesto, los resultados llegan gradualmente a través de la práctica continuada. No es realista esperar que todos los problemas queden resueltos en diez días. En este periodo, sin embargo, lo esencial de la Vipassana puede ser aprendido para ser aplicado en la vida diaria. Mientras más se practique la técnica, más libre se estará de la desdicha y más cerca de la llegada a la meta final de la liberación total. Incluso diez días pueden proporcionar resultados muy evidentes y realmente beneficiosos para la vida diaria.
Todas las personas sinceras son bienvenidas a participar en un curso de Vipassana, para ver por sí mismas cómo funciona la técnica y medir sus resultados. Incluso en prisiones se ofrecen cursos de Vipassana, con gran éxito y maravillosos resultados para los internos que participan. Todos aquellos que la prueben, hallarán en la Vipassana una herramienta de incalculable valor para lograr y compartir con otros la verdadera felicidad.